Yo tiro mucho de calculadora. Soy de letras y nunca se me dieron bien los números.
El otro día, partiendo de un dato que leí en el informe de “Alimentos bajo amenaza” de Greenpeace, del año 2014, que decía que la polinización de los casi 2 millones 500 mil colmenas -que había por aquel entonces en España- producía un impacto anual de casi 2.500 millones de euros en la agricultura, pensé en extrapolarlo a cifras de hoy y averiguar cuánto dinero supone, en polinización de cultivos, cada bote de miel.
Vamos a ello.
Para empezar, ahora tenemos 3 millones de colmenas. Y no como un indicativo de la buena salud del sector, sino todo lo contrario: los años malos de sequías continuadas, la varroa, etc., han mermado los rendimientos, y cada apicultor tiene que manejar más colmenas para producir lo mismo.
Y encima los precios de la miel por los suelos y la mielda china inundándolo todo.
Total, que suponiendo que estos 3 millones de colmenas contribuyan con 3.000 millones de euros a la agricultura española, la cifra redonda es fácil: 1.000 € por colmena al año.
Ya vamos aterrizando.
Resulta que la producción media de miel –por colmena y año- podemos estimarla en unos 22 kg. Digo media (que podría ir de 20 a 25 kg). Luego, la cosa depende mucho de dónde se ubiquen las colmenas, qué tipo de colmenas sean, si se hace o no trashumancia, etc.
Resumo: 1 colmena produce al año 1.000 € en polinización y 22 kg de miel.
Así que dividimos los 1.000 € de polinización entre los 22 kg de miel y nos da 45,45 € por kilo.
¡Casi 46 pavos en polinización a nuestra agricultura en cada bote de kilo de miel!
Mientras que ese kilo de miel, en el mejor de los casos, rondará los 10 €, y normalmente menos de 9 €, en la venta al detalle. De la venta a granel no hablamos, por no llorar.
Y con este impacto positivo para la agricultura –valorizable en términos económicos, e incalculable en servicios ecosistémicos en el medio natural- aún nadie le pone el cascabel al gato para evitar que el mercado esté saturado de jarabe barato de China (es criminal que se le deje llamar miel), y que se desarrollen entre los grandes envasadores prácticas como las mezclas indiscriminadas de mieles de distintas procedencias, por no hablar del etiquetado fraudulento (incluso con los últimos cambios, lo sigue siendo), y se permita, así, con todo, que, en este juego embarrado e injusto, más de la mitad de las explotaciones apícolas de este país estén en quiebra técnica (dato de COAG de 2023).
No nos pasa más porque Dios no quiere.
Bueno, yo ya me he desahogado y ejercido mi sacrosanto derecho al pataleo. Que, encima es lunes.
Ahora, permíteme que te anime a tomar más miel (miel de aquí, por supuesto). Es una maravilla de producto natural y medicinal, y no comemos ni un kilo al año por persona, en este bendito país… mientras nos atiborramos, eso sí, a edulcorantes artificiales, y mierdas como el aspartamo, camuflado en refrescos, chucherías y mil productos.
Si tú también quieres patalear y hacer piña con los apicultores españoles, puedes unirte al Club La Colmena. De paso, ahí tienes un montón de formaciones chulas para aprender algo de apicultura. Grupos para contactar con apicultores locales. Y tendrás la posibilidad de participar en visitas a colmenas e instalaciones apícolas. Ya te iremos contando cositas.
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